EL COMIENZO INESPERADO
Todo empezó casi por casualidad. Estaba usando una aplicación de “clicks” que pagaba por entrar a páginas en promoción. Una de las formas de ganar más dinero era publicando esos links, pero para eso necesitaba crear un website. No tenía idea de cómo hacerlo, ni qué significaba tener un site, pero algo dentro de mí decía que no podía solo crear una página vacía para pegar links. Si iba a construir un espacio, debía tener vida.
ENTRE IDEAS Y DESIERTOS
En ese momento estaba en plena transición: dejando atrás mi pasado y mi desierto, pero todavía sin claridad sobre qué quería mostrar. La primera idea fue hablar de Dios, pero estaba dolida por las experiencias espirituales que había vivido y no sentí prudente escribir sobre eso. Luego pensé en hacer algo sobre cuarzos e inciensos, pero tampoco era lo mío. Me di cuenta de que todo eso eran ramas, pero no la raíz. Y ahí quedó mi primer intento congelado en Wix.
EL SEGUNDO INTENTO
Al mudarme a Nueva York, volví a retomar la idea. Esta vez ya sabía un poco más lo que quería: un sitio donde pudiera contar mis pensamientos locos, pero también abrir un espacio para aquellos que temen revelar sus propios pensamientos y creencias sin sentirse juzgados. Ese era mi verdadero deseo. Logré completar ese segundo intento en Wix, pero nunca llegué a publicarlo.
EL SALTO A HOSTINGER
Después pasé a Hostinger, porque quería que mi sitio tuviera una red social y Wix no me lo permitía. Aunque Hostinger me dio más opciones, también me trajo dolores de cabeza. Podía darle forma y color, pero aún me sentía limitada para lo que realmente quería crear.
EL RETO DE CONTABO
Fue entonces cuando tomé la decisión: si quería libertad total, debía construir en terreno propio. Y así llegué a Contabo. Ahí comenzó la verdadera guerra. Ya no era cuestión de arrastrar y soltar plantillas. Aquí todo era desde cero, con un nuevo lenguaje que no era de idioma, sino de códigos, plugins y términos que solo los técnicos entienden.
Pero yo quería libertad, así que me tocó aprender a golpes. Fueron días tras días, meses tras meses estudiando ese panel, de frustraciones, de borrar el sitio una y otra vez (lo hice más de ocho veces).
LA PALABRA QUE ME SOSTUVO
En todo este proceso maldecía, me frustraba y tenía arrebatos de soltar todo. Cada vez que algo salía mal, mi reacción era borrar el site y empezar de cero, como si destruyendo lo que había hecho pudiera borrar también mi enojo.
Fue en medio de ese ciclo, mientras oraba enojada y cansada, que sentí que Dios me dijo:
“Busca en Job 8:2”.
“¿Hasta cuándo hablarás tales cosas,
¿Y Las Palabras De Tu Boca Serán Como Viento Impetuoso?”
Cuando abrí la Biblia y leí esas palabras, entendí que:
No fue un simple versículo, fue una respuesta directa a mi oración. Ahí me di cuenta de que no estaba construyendo nada sólido porque mis palabras y mis acciones estaban guiadas por la frustración, no por propósito. Desde ese momento entendí que debía contener mis arranques, dejar de destruir lo que había hecho en un momento de coraje y empezar a edificar con paciencia, paso a paso.
LO QUE VIENE AHORA
Este espacio no va a nacer de caprichos ni de palabras vacías, sino de lo que pienso, lo que siento y lo que vivo. Un blog real, imperfecto, pero mío.
Así que acompáñame en mi camino de la creación de este blog y de mis elocuencias.
