Procrastinar… qué palabrita tan bonita para algo tan desesperante. 🙄
No es solo “dejar las cosas para mañana”. Es estar en medio de un campo de guerra invisible donde yo soy la soldado, la reina y la prisionera al mismo tiempo.
Tengo mil planes, proyectos y hasta un imperio dibujado en mi mente… pero termino en pausa, mirando el techo, como si el universo entero estuviera esperando que yo le dé play.
El campo de batalla
El autosabotaje no llega con cuernos y capa. No. Llega disfrazado de achaques, cansancio, distracciones, hasta de un chiste interno.
Justo cuando voy a moverme: «¡ups, ya es tarde, mejor mañana!«
Y ahí estoy, atrapada en el loop.
No es flojera, es memoria.
Es mi cuerpo recordándome que cada vez que avancé, alguien me empujó de vuelta.
Que cada vez que brillé, alguien me apagó.
Que cuando mostré mi poder, lo torcieron y lo usaron en mi contra.
Así que mi mente aprendió: “mejor quédate quieta, no arriesgues”.
Y yo me lo creo.
El enemigo con cara de amiga
La procrastinación y el autosabotaje son como esa amiga tóxica que dice: “no salgas, que allá afuera hace frío, yo te cuido”.
Alguna vez me salvaron, sí. Me protegieron de fracasar, de ser humillada, de volver a perder.
Pero ahora esas “protecciones” son barrotes brillantes. Se ven seguros… pero igual me encierran.
El lado esperanzador
Aquí está la paradoja: si el sabotaje es una forma de cuidarme… entonces no soy mi enemiga.
Soy mi propia guardiana confundida.
Y aunque suene loco, cada vez que escribo aunque no publique, cada vez que pienso en mover mi cuerpo aunque no lo haga, cada vez que me descubro en el loop aunque no lo rompa… ya estoy luchando.
Eso ya cuenta.
Eso ya es batalla.
Y mientras haya batalla, hay chispa.
Un día, no sé si mañana o en meses, mi cuerpo y mi mente van a dejar de empujarse como hermanitos peleones y se van a alinear. Y ese día… agárrense, porque todo lo que postergué va a salir como volcán.
La verdad simple
Salir de la procrastinación y el autosabotaje no es un logro de agenda con check verde. Es guerra diaria.
Y no se gana gritando “¡ya basta!”. Se gana reconciliándome con esa parte de mí que aún cree que me protege con cadenas.
Hoy sigo tropezando. Hoy sigo cansándome.
Pero sigo aquí.
Con esperanza.
Ahora te pregunto a ti:
¿Qué es eso que llevas postergando y que te da miedo empezar?
Y si te da vergüenza o miedo, recuerda: aquí hay otra loca (yo 🙋🏻♀️) que también sigue batallando contra su propio autosabotaje… y escribiéndolo en público.
