¿te despiertas en automático… o despiertas con vida?
Cuando estás en automático,
la alarma te arranca de la cama y ya.
El café no es café, es gasolina.
El celular te absorbe antes de que te des cuenta.
Te vistes sin pensar.
sales por la misma ruta,
saludas con el mismo “todo bien”.
Y el día pasa como copia del anterior:
trabajas, cumples, llegas a casa cansado,
pones la tele,
y esperas que mañana sea distinto…
aunque sabes que no lo será.
Pero cuando despiertas con vida,
el aire entra distinto.
El café lo disfrutas,
hasta te das el lujo de cambiarle algo.
Miras el celular,
pero eliges qué contestar y qué ignorar.
Te vistes con intención.
aunque sea la misma ropa,
la sientes tuya.
Sales y pruebas otra ruta,
saludas con ganas,
levantas la vista al cielo,
le regalas una canción antes de empezar.
O incluso algo inesperado:
te detienes a hablar con un desconocido,
pruebas un desayuno que nunca habías pedido,
te ríes solo porque sí.
Y aquí está la clave:
no es que un 9-5 sea sinónimo de automático.
Ese horario ya es global, casi inevitable.
La diferencia está en cómo lo vives.
Hay quien lo arrastra como cadena…
y hay quien, incluso dentro de esas mismas horas,
encuentra matices,
respiros,
motivos para mantener el alma despierta.
La rutina puede ser jaula…
o puede ser camino.
El reloj es el mismo para todos,
pero lo que haces con tus horas…
ahí está la diferencia.
Hoy… ¿despertaste en automático o con vida?
